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TERESA ORTÚZAR – UNA CELEBRACIÓN DE LA VIDA A TRAVÉS DEL COLOR

A través de su maestría en el uso del color y la exploración de materiales, Teresa Ortúzar ha logrado crear un mundo único de formas y relieves que desafían el tiempo y el espacio. Con más de 50 años de carrera, su trabajo es un tributo a la vida, donde la tradición se encuentra con la fantasía, y la emoción se plasma en texturas vibrantes. En esta entrevista, Teresa nos comparte su visión, sus fuentes de inspiración y las técnicas que han dado forma a su prolífica obra, revelando por qué la crítica la considera una de las artistas más cautivadoras y profundas de Chile.

¿Cómo ha cambiado tu relación con el arte y la creatividad a lo largo de tu carrera?

No soy plenamente consciente del cambio, y quizás ahí reside la magia. Sé que ha ocurrido algo, porque cuando observo mis obras del pasado, percibo una distancia, una evolución que las hace distintas. Sin embargo, ese cambio no responde a una intención deliberada, sino más bien a un flujo natural que acontece sin que lo perciba en el momento. Como si tuviera su propio ritmo, su propia manera de reinventarse, mientras yo simplemente le doy espacio para moverse. De pronto, casi sin darme cuenta, lo que era familiar se transforma, pero nunca a través de un acto forzado, sino de un devenir orgánico y sereno.

¿En qué momento de tu carrera sentiste que tu obra había alcanzado una verdadera “voz propia”?

Creo que, más que una, tengo un coro de muchas voces propias, cada una reflejando diferentes etapas de mi trabajo y mi creatividad. Es cierto que alguien puede reconocer mi obra al instante, cada una lleva grabada una parte de mi esencia. Para mí, esa multiplicidad es algo positivo, porque me da la libertad de cambiar, de explorar nuevos caminos y reinventarme cuando lo siento necesario. Me gusta pensar que mi trabajo evoluciona constantemente, adaptándose a lo espontáneo, a lo que me llega en el momento.

¿Cómo abordas el proceso de creación de una nueva pieza? ¿Tienes algún ritual o hábito particular?

Rezo. Antes de comenzar, siempre me tomo un momento para conectar conmigo misma y con algo más grande. No me considero necesariamente creyente en el sentido tradicional, pero sí siento que hay una fuerza superior que me regala las imágenes y las ideas. Ese acto de rezar me recuerda que no todo depende de mí, que hay algo más que fluye a través de mí. Me ayuda a mantener los pies en la tierra, a ser profundamente agradecida. La vida que tengo y el trabajo que hago son un regalo, y trato de honrarlo cada vez que comienzo una nueva pieza.

¿Cuáles son las fuentes de inspiración más importantes para ti?

Depende mucho de lo que estoy buscando en cada momento. La inspiración puede venir de cualquier lugar: una poesía, un libro, una idea que aparece de repente. Por ejemplo, hace poco participé en una convocatoria con 15 artistas basados en poesía erótica. Fue un desafío para mí, porque no suelo trabajar con ese tipo de temas y al principio me resultó complicado. Pero me sumergí en la poesía, me dejé llevar, y al final el resultado fue muy bueno. Diferente a lo que suelo hacer, pero satisfactorio, y hasta siento que podría explorar ese camino más adelante.

En general, mi proceso cambia según lo que me piden o lo que quiero expresar. Hay proyectos que fluyen con más facilidad, otros no. Pero siempre trato de adaptarme porque creo que en la diversidad está la riqueza.

¿Existen artistas o estilos que consideras inspiradores o influyentes en tu propio trabajo?

Sí, absolutamente. Me considero una observadora incansable y, en cierto sentido, hasta un poco copiona, porque me encanta mirar y aprender de otros artistas. Uno que ha tenido un impacto particular en mí es Balthus, el pintor francés-polaco. Lo he estudiado muchísimo y encuentro en su trabajo una profundidad simbólica que me fascina. En general, me atrae mucho el arte simbólico, esas obras que cuentan historias que no son obvias, que me invitan a descubrir algo más allá de la superficie. Pero no me refiero al arte abstracto, necesito que me cuente un poco más, sino a imágenes que, aunque no corresponden a una realidad lógica, tienen algo que decir, un misterio que atrapa.

Enseñas y trabajas con diferentes materiales y formas. ¿Qué es lo que esperas al transmitir esto a quienes aprenden de ti?

Me encanta compartir todo lo que sé. Siempre he sido una profesora generosa en ese aspecto; no me guardo nada y todo lo que aprendo
se lo entrego a mis alumnos. Por ejemplo, recientemente descubrí el cartón-pluma y me tiene fascinada. Lo he estado cortando con
tijeras, cuchillos, probando distintas técnicas, y el resultado es precioso. Tanto me ha entusiasmado que ahora todos mis alumnos
también están trabajando con cartón-pluma, explorándolo al mismo tiempo que yo.

Disfruto mucho ese proceso de experimentación conjunta. ¿Qué pasa si mezclo agua con aceite? ¿O vitrificador con pintura acrílica, que
en teoría son enemigos irreconciliables? Pues salen cosas increíbles, resultados que jamás habría imaginado. Todo esto lo comparto con ellos, caminamos juntos en el aprendizaje. Esa conexión, ese descubrimiento colectivo, es lo que realmente me apasiona de enseñar.

¿Crees que se ha transformado la escena del arte en Chile desde que iniciaste tu carrera hasta hoy?

En esencia, seguimos siendo los mismos soñadores y trabajadores que éramos antes. Lo que sí ha cambiado, quizás, es la forma en que se mueven las nuevas generaciones. Hoy los artistas jóvenes tienen una energía increíble, viajan más, se conectan con el exterior de maneras que antes no eran tan comunes. Eso me parece fantástico. Sin embargo, pienso que, en su núcleo, el trabajo del pintor sigue siendo muy solitario y eso no ha cambiado con el tiempo. Lo que sí ha cambiado, más que la escena artística en sí, es el mundo. Especialmente para los jóvenes. Lo veo en mis hijos y en mis nietos: son muchos más activos y movedizos, y creo que esa vitalidad también deja su huella en el arte.

¿Cuál es tu aspiración para el futuro de tu obra?

Mi aspiración es irme de este plano con un pincel en la mano. Es un sueño sencillo pero pleno ¿verdad? Es una aspiración sencilla, pero llena de sinceridad y gratitud. Mantenerme siempre activa, eso sería todo.