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Classique 5177 y Classique 7787 – Una deslumbrante armonía entre el platino y el esmalte “Grand feu”

Classique 5177 y Classique 7787 – Una deslumbrante armonía entre el platino y el esmalte “Grand
feu”

 

Fieles al espíritu atemporal de la colección, el Classique 5177 y el Classique 7787 combinan el brillo de dos materiales nobles, el platino y el esmalte “Grand feu”, un savoir-faire técnico representado por dos movimientos automáticos de fiel precisión, los calibres manufactura 777 Q y 591 DRL.

Una esfera oscura como el cielo de una noche, iluminada por el resplandor del esmalte “Grand feu” y,
por primera vez en esta colección, abrazada por una caja de platino, metal noble y símbolo de
excelencia: el Classique de Breguet se viste de negro y color plateado para mostrar la esencia del tiempo
en la referencia 5177, que completa con la indicación de las fases lunares y de la reserva de marcha en
la referencia 7787.

Abraham-Louis Breguet, el diseñador del tiempo

 

Cuando abrió su taller de relojería en la Île de la Cité de París en 1775, Abraham-Louis Breguet
desarrolló un nuevo vocabulario estético que, junto con otras fantásticas innovaciones técnicas, estuvo en el origen de su reputación entre una prestigiosa clientela internacional. Lejos de sus coetáneos que
creaban objetos con esferas y cajas sobrecargadas de ornamentaciones, el relojero de Neuchâtel liberó
el tiempo de cualquier adorno para concentrarse en la legibilidad de las indicaciones. A pesar de la
complejidad de los mecanismos ocultos, la lectura de la información debía ser tan rápida como intuitiva.

Considerado hoy como el primer diseñador de relojes, A.-L. Breguet ensalzó la sencillez mediante la
reinterpretación de la esfera de un reloj, a veces esmaltada en blanco, a veces segmentada por
diferentes motivos guilloché, y suavizada por las curvas de los números arábigos o romanos
sobrevolados por las esbeltas agujas pomme évidée, conocidas como agujas Breguet. Esta expresión
artística constituye los fundamentos contemporáneos de la colección Classique, inspirada en los relojes
de bolsillo que el maestro y después su hijo Antoine Breguet desarrollaron en los siglos XVIII y XIX,
hasta las cajas con elegantes cantos acanalados.

Classique, platino y esmalte “Grand feu” unidos para la eternidad

 

Inscribir el tiempo en el tiempo era el objetivo de A.-L. Breguet, un deseo perseguido por Montres
Breguet a través de sus creaciones modernas que utilizan materiales preciosos caracterizados por su
innegable longevidad.

La nobleza del platino

 

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, el platino, que había sido descubierto casi 400 años antes en el
continente americano, experimentó un tremendo auge en Europa y, tras conquistar el universo de la
joyería, se abrió paso poco a poco en la relojería. Conocido como “el metal de los reyes”, este material
noble corona relojes excepcionales como el Classique 5177 y el Classique 7787.

Su tono gris brillante, a veces confundido con el oro blanco o la plata, es un elemento de seducción. Sin
embargo, sus numerosas cualidades lo distinguen de otros minerales naturales y aleaciones de hierro,
como su peso, su maleabilidad y, sobre todo, su gran resistencia al magnetismo y a la corrosión, lo que
lo convierte en una figura de eternidad. Así mismo, es hipoalergénico, y su peso le confiere una fuerte
presencia en la muñeca.

Fieles a las características físicas de la colección (bisel fino, corona estriada, enganches estilizados y canto acanalado), las cajas de estos dos nuevos modelos están creadas por primera vez en platino, con 38 mm de diámetro y 8,8 mm de altura para el Classique 5177, y 39 mm de diámetro y 10,3 mm de altura para el Classique 7787.

El resplandor del esmalte “Grand feu”

Al igual que el platino, el esmalte “Grand feu”, reservado a las piezas de Alta Relojería y a los modelos
exclusivos, se enmarca en una filosofía de valor eterno. Inicialmente, se utilizaba en relojería para
proteger los discos de las esferas, a menudo víctimas del envejecimiento debido a la luz natural, las
partículas de polvo y la oxidación, ya que los relojes no fueron herméticos hasta mediados del siglo XX.

Esta técnica decorativa se basa en un material en polvo compuesto por una serie de minerales, que
recibe su color de óxidos metálicos, amalgamado con un aglutinante. Este material, que se aplica sobre
el fondo de la esfera y se vitrifica a alta temperatura (entre 800 °C y 1200 °C), requiere un meticuloso
trabajo artesanal porque, como una llama, puede ser caprichoso, impredecible e indomable. De hecho,
en función del número de capas, son necesarias varias cocciones en un horno específico para fundir los
elementos y los pigmentos, añadir profundidad y obtener ese brillo inalterable, y cada cocción
representa un riesgo.

La pureza de lo esencial

 

Recubiertas con esmalte “Grand feu” negro intenso, uno de los colores más difíciles de trabajar, las
esferas lisas y uniformes de estos nuevos diseños Classique presentan un juego de números arábigos
Breguet y una discreta minutería de color plateado empolvado para crear un ligero contraste, que se
prolonga con las agujas Breguet de pomme évidée rodiadas que indican las horas, los minutos y los
segundos. En sintonía con los usos y costumbres de los relojeros del siglo XVIII para garantizar la
autenticidad de un reloj, las esferas de esmalte “Grand feu” revelan la firma secreta de Breguet en la
parte derecha para el 7787, y entre el centro y las 6 horas para el 5177.

El Classique 5177 es sin duda la expresión más pura de la filosofía estilística de A.-L. Breguet, que
muestra la esencia del tiempo junto con una ventana de fecha “tono sobre tono” visible a las 3 horas,
mientras que el Classique 7787 ofrece indicaciones más completas para adaptarse a las necesidades
individuales.

Un abanico abierto hacia abajo, una cálida sonrisa o el perfil acogedor de una luna creciente: la ventana
recortada que muestra las fases del satélite natural de la Tierra en el Classique 7787 abre las puertas a
la imaginación romántica. El astro nocturno se representa mediante un disco de oro martillado contra
un cielo marino estrellado, donde muestra sus estados de ánimo según una escala graduada a lo largo
de 29 días y medio. En la parte inferior de la esfera, se encuentra el indicador de reserva de marcha con
aguja.

Calibres de manufactura: precisión y fiabilidad

Heredera del savoir-faire técnico iniciado por su fundador A.-L. Breguet en París hace cerca
de 250 años, la Casa Breguet continúa equipando sus relojes con movimientos innovadores, precisos y
fiables desarrollados en su manufactura del Vallée de Joux, en el Jura suizo. Así lo demuestra el dúo
mecánico de cuerda automática que impulsa el Classique 5177 y el Classique 7787, visible a través del
fondo de caja de cristal de zafiro que decora la parte trasera.

El calibre 777 Q: la esencia

Este movimiento, ensamblado a partir de 237 componentes, vibra a la frecuencia estándar de
28 800 alternancias por hora e incorpora una espiral plana de silicio, un material resistente al desgaste,
la corrosión y el magnetismo adoptado por Montres Breguet en 2006. Su masa oscilante de oro de
18 quilates rodiado está decorada con un motivo guilloché “mosaico estrellado” creado a mano, un
diseño exclusivo que hace eco a la inscripción “Breguet Édition Spéciale” grabada en la masa. Este
componente acciona un único barrilete que proporciona hasta 55 horas de autonomía cuando el reloj
está completamente cargado.

El calibre 591 DRL: el realismo

Este movimiento, con una frecuencia de 4 Hz y un total de 221 componentes, ofrece 38 horas de reserva
de marcha una vez que se le da cuerda mediante un rotor de oro de 22 quilates rodiado adornado con
un motivo guilloché “grano de cebada” grabado a mano. La adición de un piñón en el disco de las fases
lunares le permite ofrecer una indicación realista del ciclo, es decir, 29,5303498 días en lugar de los
29,5 días que suelen ofrecer este tipo de complicaciones y, por tanto, con mayor fidelidad a los
29,53058888 días de la revolución lunar real. De esta manera, el diferencial se limita a un día después
de 348,7 años.

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